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El Sagrado Femenino es una forma de referimos a la energía espiritual en su parte femenina, siguiendo el principio universal de que todo tiene su parte femenina y masculina buscando constantemente un equilibrio. 

Esta búsqueda ocurre en distintos niveles: en la manifestación material de la consciencia y por lo tanto en las especies, en nuestras almas en cada encarnación, en los patrones del linaje de los cuales provenimos, y en la consciencia colectiva u orden social. En el orden social, el contexto histórico del Sagrado Femenino, ha tenido un desbalance desde hace siglos. La teología feminista actual habla de «buscar el rostro femenino de Dios», y esto quiere decir que no están buscando los arquetipos más comunes de santas, vírgenes, o diosas con historias llenas de tragedia. Quiere decir que buscan la fuerza divina de la Fuente en su manifestación femenina. 

Parte de la conexión con nuestro Sagrado Femenino es la sincronía con los ciclos externos desde nuestros ciclos internos, y hay tres grandes aristas para realizarlo: fluir nuestro ciclo menstrual con el ciclo lunar, fluir nuestra manifestación y honra de las cosechas con los ciclos de Gaia, y conectar nuestro útero en todos sus planos. 

Cuando entendemos los ciclos de la luna y nuestros arquetipos menstruales, podemos entender nuestros desequilibrios y trabajo interno a realizar. Cuando fluimos nuestras cosechas con los ciclos de fertilidad de Gaia es más sencillo conectar con el agradecimiento, la abundancia y la capacidad de materializar lo que se decreta. Cuando conectamos los distintos planos de nuestro útero abrimos el canal donde fluye la Fuente Divina a través de nosotras, conectando sus atributos a nuestra vida. 

El día de ayer celebré la Luna de Gusano o Luna de la Cosecha, cerrando un ciclo de 28 días que me propuse con ejercicios con su base en conocimientos de las mirráforas. Consagré una combinación de aceites esenciales que me acompañaron durante una serie de ejercicios en esos días. El resultado me tiene impresionada. Confieso que el viaje a las profundidades de mi mente no fue dulce, todo lo contrario. Estuve en contacto con mi propio desequilibrio, conscienticé su dimensión y la manera en la que me influye, tuve días muy amargos. Hoy me siento tomando distancia del proceso, agradeciendo a la Fuente y a mis guías por sus enseñanzas en esta jornada y, sobre todo, revalorando la relación conmigo misma tan marcada por la autoexigencia. 

Me he propuesto dejar brotar una nueva energía que quedó como semilla recién despierta de estos días, la de una fuerza femenina poderosa. Pensé que sabía cómo era esa fuerza, pero se ha mostrado con los atributos de la ternura propia, la recepción, la paciencia, la flexibilidad, el cuidado como prioridad, la confianza en lo sutil como certeza. Esas cualidades no las conocía, así que me considero una aprendiz en su primer día de jornada. Los días amargos que pasé enfrentando estos demonios internos, son momentos que me mantendrán muy humilde por el resto de mi vida con respecto a reconocer que los límites de la vida y la muerte son frágiles, y que no quiero sentir ya el control sobre lo que sé o puedo saber, sino abrazarme a esta vida encarnada que tengo ahora y que es la que quiero disfrutar terrenalmente, aunque sepa que pueda reecontrarme después con quienes amo, quiero ser Azucena por ahora, disfrutando con cada una de estas personas que les ha tocado ser en esta vida. 

Quise sembrar en este día el lanzamiento del primer boletín para la comunidad en redes sociales. Es mi ritual de afirmación de que quiero acompañar y sentirme acompañada, de valorar que las almas caminamos juntas, incluyendo los momentos de penumbra. Afirmo que agradezco el aprendizaje y que comienzo a cultivar una arquetipa poderosa basada en la dulzura. 

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