Aquella Fuente, a la que pienso como Dios, aquella inteligencia, orden, luz divina, emana en sus pequeños haces distintas formas de existencias, como tú y como yo. Vamos recorriendo, como parte de esa luz, un largo ciclo que nos conecta con la Fuente, que nos conecta entre todos, desde luego. Aquí estamos hoy, con un nombre y un cuerpo, transitando por una vida que vivimos muchas veces sin consciencia de toda la demás conexión. Es que nuestra evolución se va dando desde lo emocional y, para que ello surja en su magnitud, una importante condición es disfrutar el aquí y ahora. Aquí tu nombre, ahora tu cuerpo, en esta encarnación.
Nuestro empuje, como humanidad, está ligado fuertemente al albedrío. Aprendí, desde los estudios de Sanación Pránica, que esa luz divina se manifiesta en tres formas: el amor, la voluntad y la inteligencia. Mientras andamos la vida, expandiremos esos tres aspectos. Toda enfermedad, todo bache en el camino, servirá para la expansión de ello.
Los designios de Dios no son voluntad ajena a la nuestra. Son un enlace de nuestra voluntad por evolucionar, aunque tú quizás hoy no eres consciente de ello. Aunque desde nuestra limitada mente, hoy sea difícil comprender. Yo, cuando sigo un protocolo de sanación a tu servicio, abandono mi voluntad por sanarte, pues trato de apagar, lo más que pueda, mi ego. Me invoco a esa divinidad, a mis maestros, guías y ayudantes espirituales, para ser un canal de aquello que tú y yo hemos decidido ser. Soy, entonces, una forma de afirmar tu designio. Yo no puedo saber si sanarás, ni puedo asegurarte que todo cambiará después de un tratamiento. Lo que puedo hacer es fluir como ese canal, poner a tu servicio lo que puedo recoger de datos y acompañarte en interpretarlo. El albedrío, la fe de sanación cual flama que se eleva, la voluntad, es tuya, es tu designio, conectado a Dios.
Puede ser que tu cuerpo no sane, que el resultado no sea lo que tienes primeramente en mente. Es difícil procesar que esta contradicción, incluso, es parte de lo que te hará crecer. También es difícil para mí, pues en ese caso, soy canal de ese mensaje contradictorio.
La fe para aceptar el designio es un camino que construyo diario. Tengo la fantástica facilidad de imaginar escenarios catastróficos, sobre todo, en mi vida. Hoy me han dicho que mi hija de 6 meses necesita una consulta con un cardiólogo, pues se escucha un ligero soplo en su corazón. No hay síntomas graves que atender, pero más vale sacarse una duda. Y entonces pienso, que mi hermosa muñeca quizá, tendrá alguna enfermedad que no podré asistir. Que aunque me disolviera yo misma para sanarle, quizá lo que toca es que tenga una vida corta, y yo no podré hacer nada por cambiar ese designio, y deberé vivir con eso, aceptarlo y amar ese proceso. O quizá no será ella, quizá será mi hijo, mi esposo, mis padres, cualquiera que amo, quizá seré yo. Quizás hablar sobre designios y entenderlos, tendrá en su principal prueba, tener que experimentar aquél contradictorio en mi propia vida.
Así que, cada día trato también de cultivar esa paciencia y aceptación de los designios de Dios.
∞Magas

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